Relaxing garbage in Plaza Mayor

Estaba bien pasear por Fuencarral, esquivando basura. Poder caminar por Madrid una vez abandonada esa imagen aséptica e higiénica de puertas para afuera que se empeñaba en mantener. Esa sensación de que no pasa nada, mientras tantos asumen contratos también redactados con condiciones de vertedero. Curriculums donde se han invertido ingentes cantidades de tiempo y dinero que también suelen ir a la basura. Trabajadores que asisten a la devaluación de su trabajo, más que crear empleos con los minijobs están creándolos cambiando de las leyes unas cuantas líneas.

La sociedad está podrida y está bien que muestre su faz, al menos en la basura hay algo de democracia, al igual que la lluvia que moja a todos por igual sin discriminar a nadie. Bueno, a excepción de la calle Serrano.

Puedes evitar las verdades viendo determinada cadena de televisión, hablando con el mismo vecino, dejando el sentido común a enfriar, pero salir a la calle en esos días al menos era un recordatorio de que todo no es como lo pintan, que están pasando muchas cosas, nos atacan por demasiados flancos y seguimos adormecidos.

Es verdad que era un problema para pequeños comerciantes, para cualquier persona que camina por ella, sobre todo si eres ciego o mayor, si te has hecho un esguince, si tienes niños pequeños, mascotas, tacones..pero es bastante peor no apoyarles. Podéis echar un ojo al metro de Madrid, donde no solo se han retirado vagones, disminuidos los salarios de sus trabajadores. Por no apoyarles con contundencia como población ahora pagamos unos precios desorbitados por unas peores condiciones, mayores esperas.. Si no hubieran obtenido esta victoria, con reservas, tendríamos peores condiciones de limpieza.

Madrid se satura en once días de basura, porque en esta ciudad somos muchísimas personas, porque nuestra sociedad de consumo expulsa toneladas de basura cada día, no por los piquetes. Si fuera así, habría que contratarles por el esfuerzo y sus superpoderes.

Y el Ayuntamiento de Madrid, responsable de dejar en manos privadas otro servicio básico, no puede resolverlo. Se lava las manos. Me pregunto porque siguen cobrando si no pueden solucionar el problema que ellos generaron al dar las oportunas concesiones.

Este es un buen ejemplo de como funcionan las cosas una vez se privatizan, nos deja desnudos ante cualquier empresario de dientes afilados que en vez de personas ven maneras de obtener mayores beneficios. Con la sanidad ya está sucediendo, aunque el tema es más complejo y más difícil de englobar, pero podéis estar seguros que llevan al mismo final.

De momento ha habido suerte y se llegado a un acuerdo que evita los despidos y los recortes excesivos en sus nóminas, pero como los políticos no están dispuestos a permitir que vuelva a suceder, que les saquen las vergüenzas otra vez, se está criminalizando la huelga y cualquier manera de expresión si es crítica al poder establecido; cualquier voz disonante con la línea difusa de su actuación política será aplacada con severidad.

Llegará el día en que los parados acaben haciendo estos u otros trabajos por la cara, supongo que empezarán con los que están cobrando algún tipo de prestación, argumentando que por estar cobrando tienen que realizar ese servicio a la Comunidad, se nos inculcará un sentimiento de culpabilidad por cobrar, recuerden bien, nuestro propio dinero. Los que ya no reciban ninguna prestación o ayuda serán los siguientes, por mor de la integración social, aunque también sacarán algunas estadísticas que nos vendan a esa horda de votantes sumisos y fieles como parásitos, que no buscan trabajo y seguramente cobren en negro o tienen en mente delinquir.

Solo es cuestión de tiempo y ceguera.

Y las ovejas balarán satisfechas mientras las siguen esquilando, aunque no quede lana están insensibilizadas, ya no notan los surcos de sangre que corren por su piel desnuda.

Experiencias manifiestas

Experiencias manifiestas

Salgo de la boca de metro de Tirso de Molina y me dirijo hacia Las Cortes, me quedo muy lejos, un grupo de unos veinte antidisturbios sin identificación, con casi una decena de lecheras, nos aguardan al principio de San Jerónimo con Sol. Empiezo a entender que va a ser complicado acercarme a las Cortes, aunque oigo a los leones desde donde estoy, si esto fuera Game of Thrones, saldrían de su encierro y arrasarían el parlamento abriéndose paso a dentelladas. Pero cualquier lugar es bueno, así que me sitúo cerca de ellos. Os miro a la cara uno a uno, registro vuestras expresiones ante los acontecimientos, me quedo parado más de una hora sin moverme de mi sitio, con las manos en los bolsillos, mirándoles, sin pronunciar palabra alguna, tratando de empatizar con ellos, que cojones pasa por su cabeza, por qué algunos tienen la sangre tan oscura. Voy observando su baile de movimientos, memorizando sus caras, identificando quien es el que manda, aquel grandote de mirada concentrada, manteniendo la calma, contenido y en su sitio. No parecía un mal tipo.

Luego estaba el que trata con la gente que quiere pasar a sus casas, con paciencia infinita, la verdad sea dicha.

O los antidisturbios os hacéis como los Amish, y vivís solo entre vosotros, o vais a ver vuestro muro derrumbándose, vuestro entorno resentido, pagando con creces vuestra cobardía. Ser hijo de antidisturbios será insulto coloquial, y sí, es verdad, todavía no ha llegado ese momento, pero llegarán, y llegarán otros, cuando dejéis vuestro trabajo y pare la actividad frenética, os desliguéis con hilo fino de vuestros ex-compañeros, y vuestro karma se abalance sobre vosotros. Recordad que la culpa la estáis escribiendo de propio puño ahora. La lepra con sangre entra.

Tendríamos que ir, día tras día, y memorizar sus caras, todas ellas, saber quienes son los perros de presa. Identificar a los topos convertidos en manifestantes en primera línea de playa, curioso eso de jugar uno sólo creando disturbios que luego antidisturbias, los daños colaterales que importan. Los vencedores son los que redactan la historia. Un tipo puede que se quede bien jodido pero qué más da, os habéis ganado ochenta euros. Felicidades.

Sentimos lo de la paga de navidad.

Y me da por pensar que nos tienen más miedo a nosotros que nosotros a ellos. Que estar ahí plantados delante de tanta gente, algunos insultándolos, pero otros sacando alguna sonrisa con algún cántico improvisado, era un recordatorio continuo de que están tomando decisiones incorrectas, que bajo la pila de platos de las auto-justificaciones hay algo que late y que sabe la verdad, que se están equivocando de lugar, cada vez que les recordamos si su familia estarán orgullosas de ellos. Supongo que algunas familias si, como la del antidisturbios que estaba a la derecha, si mis ojos no me fallan ese tipo no es el problema, en todas las familias de lobos a veces sale uno blanco.

Veo amargura en casi todos vosotros. Nos odiáis, mucho más que nosotros a vosotros, porque nuestro verdadero odio está muy por encima de vosotros, sólo sois perritos fieles. Mi lema es: no les des la satisfacción de que te toquen. No es muy difícil ser más listos que ellos, no seamos tontos.

Yo también me siento amargo, pero se pasará rápido, encontraré nuevas fuerzas, yo no tengo que cargar con vuestro insomnio, ni filtrar la basura que os echáis a vosotros mismos.

La excusa de cumplir órdenes ha quedado demostrada de nuevo, que bien no ser el responsable de vuestros actos. Lo malo no es sólo que las cumpláis, es que deseéis que se os den esas órdenes. Y no sois todos, hoy lo he visto, pero de momento sois una anécdota, una minoría que no llega a un escaño. Suerte y haceros un titular.

No quiero entrar en las Cortes, tranquilos, detesto los lugares pequeños con el aire viciado, quiero que salgáis para ver lo que hay fuera, para que despertéis de vuestros juegos de poder y os hagáis de una vez responsables de vuestros actos. No os deseo ningún mal, solo conciencia.

Estética gatuna

Estética gatuna

Madrid colabora con nosotros, responde a las dudas que nos plantea; así, un gato visto tras un escaparate se cuela en la conversación siguiente en el Maño, donde curiosamente tenían otro gato, calle la palma y allí se resuelve nuestra duda sobre estética gatuna, con  la ciencia, así que el primer gato no iba rapado menos la punta del rabo y las orejas por un antojo desproporcionado del dueño sino que esas zonas tienen terminaciones nerviosas que mejor para todos no tocar. Pero no era del dominio de la ciencia que ese primer gato fuera magnético ante nuestros ojos cuando lo descubrimos, (no teníamos un sitio predeterminado para ir, nos dejábamos llevar por las calles inventando itinerarios, sintiéndonos a la deriva). Ni una razón lógica y pesada que nos llevará a quedarnos pegados al cristal observándolo como críos mientras se gestaba la duda, absolutamente trivial y por eso maravillosa; no había incógnita que resolviera la ecuación para que después acabáramos en el único bar de la palma donde habría un gato esa noche, y que la camarera me diera, sin habérselo preguntado, la respuesta a nuestra pregunta.

Son ese tipo de cosas que suceden cuando bajamos la velocidad frenética hasta el paso ligero, el punto donde cede la prisa inculcada ante nuestro propio tictac.